viernes, 26 de marzo de 2010

La hija del viento

Aferrada a la soledad de la música, sólo siente, percibe, lame la miel dulce de los sonidos que se albergan en sus entrañas. Le abriga la Melodía que aprieta, desgarra y se alista a abrir una puerta desierta.
Sólo un momento, un tiempo para detenerse, piensa en lo inefable porque no se puede traducir en palabras el placer infinito de oir melancólicamente las letras de una canción lejana y misteriosa y al mismo tiempo tener la certeza absoluta de que las palabras no saldrán porque se encuentran dormidas en un lecho inamovible. Será una voz en su interior la que diga que se encuentra paralizada, atravesada en las paredes de su pensamiento, porque las palabras no salen, no se escriben solas en la hoja en blanco, las palabras no desean dejarse ver, ¿entonces?, ¿nada qué hacer?, piensa, sólo piensa, mientras tiemblan sus dedos fríos en la oscuridad, porque la falta de inspiración implica no ver, y vivir en la tiniebla absoluta. No hay inspiración alguna. Sólo la envuelve esa música ciega, que la acompaña fiel hacia el abismo. Un abismo embriagador, casi perfecto. Su propia alma lucha contra lo que nunca cree podrá triunfar. Siente que es apenas el comienzo de una larga travesía.
Percibe que impera el vacío, el silencio de una larga noche… una noche contra la que ella no puede, ni podrá, porque se encuentra en la periferia, en el borde de la soledad.
Sabe que no podrá contra ese silencio. Ella se encuentra en un pozo profundo. Se pregunta porqué tantas contradicciones, otra vez, otra vez. Grita, rompe, rompe y grita. Acaso, se enmudece ante tanta ira, ante tanta angustia, porque no sabe manejarla, no sabe.
Sólo le sobran energías para escribir nimiedades, pero sus dedos tienen ganas de hacerlo, una y otra vez.
Las teclas navegan en un mar de pasiones infinitas. Quizás la escritura, la palabra aquella que no se puede traducir, nunca traducir, la envuelva.
Se pregunta si habrá alguien detrás del muro de silencio que la rodea, alguien que no se sienta adormecida por los surcos de la vejez, como ahora ella cree que se encuentra.
Ella se siente vieja, el tiempo la ha adormecido, la ha enmudecido contra toda lascivia. Si sólo pudiera tener armas contra el tiempo, el tiempo, ese maldito lobo que corre más rápido que ella., sí sólo pudiera guardar la llave que abre todos los misterios de la noche. En un silencio como ese en que todas las preguntas parecen responderse solas. Ella se siente más allá de todas las cosas. En algún tiempo se sintió como los delfines, en algún tiempo su voz, su piel, su cara marchita, sus ojos de rocío habían resplandecido alguna vez. Ella que camina encorvada y sola por las calles de adoquines, frías y oscuras, que se apoya por las paredes que se derrumban lentamente por el pasar del tiempo, no sabe que se muere poco a poco.
Pero lo que no sabe es que sí hay alguien detrás del muro de silencio, es un ser indescriptible, que se ha apoderado de ella, un ser que domina sus pasos, su ventura y desventura, que decidió surcar su destino, manejar los hilos de su existencia. Se está volviendo loca?. Quizás…la locura puede ser signo de inteligencia, de originalidad. Es ese ser que de manera indescifrable, maneja las cuerdas que ella no puede ni podrá ver jamás. Y se deja desvanecer en la intriga, en la duda que siempre la ha rodeado. Y la ha superado.
Pero a pesar de todo la música sigue rodeándola como agua cálida y placentera. Y comprende que aunque se encuentre desdoblada, la magia de ese silencio en la noche la liberará del tiempo, y se desvanecerá entre los hilos del viento.
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